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martes, 9 de agosto de 2016

¿Eliminar las motocicletas?

Elba Rovi

Aunque seguramente esto parecerá una locura y pensaran que es una exageración barbárica, incluso una cuestión sin trascendencia, la realidad es que el tema de las motocicletas puede resultar en el asunto de fondo, si se quiere que alguna vez este país, luego de producirse un cambio, sea un país socialmente viable (ojalá se entendiera la redundancia).

Antes de hablar del aspecto que a la mayoría de expertos quizás le interese, hablemos primeramente de lo más obvio, lo social. Para nadie es un secreto que el 99,99% de las actividades delincuenciales en este país están asociadas a una motocicleta, por lo que siendo extremadamente teóricos y por supuesto dejando de lado el “cómo hacerlo”, con la eliminación de las motocicletas se debería reducir drásticamente la actividad delincuencial, no porque hayamos eliminado de  la mente de los delincuentes esta actitud, sino porque se les haría mucho más complicado o riesgoso realizar su ”trabajo”, lo que al menos reduciría su efectividad al perder su segunda herramienta más importante, por tanto ya sin más, tendríamos
un país más seguro.

Por otro lado el No cumplimiento de las mínimas normas de tránsito cuando se conduce una motocicleta es algo que ya se da por descontado, es decir ya es parte inherente de manejar una motocicleta, y dado que el cumplimiento de las normas sociales debe hacernos mejores ciudadanos y mejores ciudadanos deben formar un mejor sociedad, de no existir estas es fácil especular que habrán menos espacios donde se rompan las reglas con lo cual se dejarían de incumplir (forzosamente) en gran medida las normas de transito lo que nos llevaría a tener mejores ciudadanos (menos agresivos) y por tanto ciudades más agradables. 

Lamentablemente nos hemos convertido en una sociedad en la cual la ostentación es la única vía para sentirse “exitoso”, y en nuestro caso poseer escoltas en motocicletas es un símbolo de estatus y de crecimiento personal económico, por lo que sin importar los futuros cambios políticos que se produzcan, esta costumbre luchara por sobrevivir. Pero el problema no es que quien los pueda tener los tenga, el problema está en que este símbolo viene acompañado con el abuso y con la idea (puesta en práctica) de tener más derechos que el resto de los transeúntes, a quienes estas actitudes les produce sentimientos de frustración y resentimientos, de no existir las motocicletas estos sentimientos aunque quizás no es que dejen de existir, al menos no aflorarían. Esto pudiese parecer un punto intrascendente, pero tengamos presente que el resentimiento es la perfecta imperfección que busca cualquier populista para atraer adeptos y quien quiere un cambio político lo debería querer sostenible. 

En el aspecto social el problema con las motocicletas, lo podríamos sintetizar en una sola palabra: anarquía. La anarquía es una tara que no permite la vida en armonía y al no haber armonía inevitablemente va a existir hostilidad entre los ciudadanos, lo que no sería un adecuado ingrediente si queremos tener una sociedad con futuro. Debe estar claro que si no hay motocicletas los problemas derivados de la anarquía se reducirían brutalmente, razón suficiente desde mi entender para al menos evaluar la posibilidad de su “eliminación”.

Ahora bien dado que para muchos especialistas estas mejoras sociales resultarán irrelevantes o al menos de poca valía, dada toda la complejidad existente en el tema social, y que de seguro piensan que con solo “aplicar la ley” se resolverían fácil y ¿definitivamente?,  entremos pues al segundo aspecto que de seguro si será de su mayor interés, lo económico.

La afectación que tiene el tema delincuencial sobre el aspecto económico de una sociedad es evidente (en el caso de Venezuela afectación económica negativa…), por lo que una reducción de lo primero traería por un lado, reducciones de costos en cuanto a pagos que deben realizar comerciantes, transportistas, productores e industriales producto de las labores de extorsión realizadas sobre ellos por este aparataje delincuencial y por otro lado reducciones en su estructura de costos de los montos estimados por robo, hurto, etc. que pudiesen sufrir sus empresas, sus socios y sus familiares. A esto sumariamos la reducción de costos en cuanto a la contratación de seguridad privada (y pública). Obviamente esto repercutiría de manera significante en los costos, aunque no tiene por qué representar necesariamente una reducción en los precios ya establecidos, en cuyo caso el resultado sería un mayor margen de ganancia.

Otro aspecto económicamente relevante es el relacionado al área aseguradora. Una gran proporción de los accidentes que ocurren en autopistas y avenidas de las ciudades venezolanas involucran motocicletas y esto está relacionado con varios aspectos económicos, a saber: pérdidas que se producen a las empresas aseguradoras por reparaciones de vehículos; pérdidas que se producen por servicios de cirugías y hospitalización; y pérdidas por pugnas legales.

Así mismo debemos tener presente los incrementos en los costos en salud pública por parte del Estado (traducidos en impuestos) para poder atender la gran cantidad de problemas de salud, por cirugías, prótesis, hospitalización, terapias, equipos médicos, medicinas y pensiones por Invalidez, asociados a estos accidentes.

Y por último no podemos olvidar lo relacionado con la productividad reflejada en la pérdida de horas hombres que se producen en toda la colectividad a causa de estos accidentes. Seguramente algunos pensaran, hablando del tema de productividad, que se perdería mucho al no contar con las labores de manejo de correspondencia, pero realmente ganamos mucho, más ahora en un mundo electrónico.

Es claro que este tema no resolverá ni el problema económico ni el problema social del país pero si creemos que ayudara un montón.

Ojala que si alguien con poder de decisión llegase a optar por esta vía, entienda que la “eliminación” no es algo literal y que no es tarea fácil dado que ya esta cultura esta instaurada, aunque tampoco debe ser tan difícil ya que somos de los poquísimos países (obviando Asia) que contamos con este fenómeno.

Sin embargo no esperemos que al evitar su uso, vamos a cambiar la esencia del conductor (aún cuando cambiemos su comportamiento) ya que en la actualidad la única razón por la cual ciertos conductores de automóviles No cometen las barbaridades que comenten los motorizados, es porque el tamaño de su vehículo No se lo permite.

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